Cilantro
Mientras preparaba la carne cruda y lo que debía agregarle para hacer las tortitas como las de su mamá, leía las instrucciones y los ingredientes que su misma mamá le había recomendado. Abrió la refrigeradora y sacó el tomate, la cebolla, el consomé. Necesitaba cilantro, pero esa semana, como cada dos años, la refrigeradora se había descompuesto, congelando en exceso todo lo que estaba en el congelador, tapando el aire que llegaba a la refrigeradora, el cilantro que había comprado se estaba convirtiendo en unas ligas cafés y despedía un olor a putrefacción, casi como cuando su papá la llevaba al mercado y olía a hierbas arruinadas. Desconectó la refrigeradora y tiró todo aquello que se estaba arruinando, y lo que se iba a arruinar. Si, también lo que quedaba de cilantro. Por eso ese día, cuando iba a hacer esa combinación de menjurje para la carne cruda para hacer tortitas, no tenía cilantro. Pero pensó que no iba a importar, al final, solo eran unas hojitas lo que le iba a agregar ¿qué tanto iban a cambiar el sabor de las tortitas? Y así decidió preparar las tortitas para ese almuerzo, sin cilantro. Licuó el resto de los ingredientes, y agregó el huevo y la miga de pan para que la carne se pegara entre ella y se hicieran mejor las tortitas. Agregó el resto del menjurje a la carne y con la ayuda de una paleta, combinó todos los ingredientes antes de tocarlos con sus manos para hacer las tortitas. Cuando se empezaron a cocinar, el olor a carne comenzó a emanar de la estufa, y no olía a las que había hecho la última vez hace ya más de un año, y definitivamente no olían a las que preparaba su mamá. Pero quizá era solo durante la cocción de las mismas.
Mientras se cocinaba la primera ronda, se sentó en el sofá negro, y espero mientras revisaba su celular, y entonces pensó que por esa razón era que llevaba más de un año sin hacer tortitas, no por el cilantro o los ingredientes, sino por la larga espera de la cocción de estas. Lo desesperante y aburrido que era. Tampoco sacó un libro para ponerse a leer o hacer algo productivo, era tiempo muerto, era tiempo que no sabía cómo aprovechar. Eso de hacer muchas cosas a la vez no mucho se le daba, así que siguió viendo su teléfono.
Cuando las tortitas estuvieron listas (las dos tandas), las dio a probar, sabía que no iban a estar tan buenas, su olfato no le fallaba, pero ella nunca probaba su comida, así que las dio a probar, como siempre, y aunque quizá por bondad, su pareja dijo que no estaban tan malas, había algo que les hacía falta, un sabor extra, un algo que hacía que normalmente no supieran tanto a carne. el cilantro. Y aunque la forma en que las comieron disfrazó ese sabor tan crudo y real a carne roja que constantemente evitaban, supo que aunque se le pudriera, siempre tenía que tener cilantro en la refrigeradora. Por eso, la próxima vez que cocinó (zucchinis con tocino, tomate, cebollín y cilantro) se aseguró de tener suficiente cilantro, y que además estuviera fresco, de lo contrario ese día, la comida habría sabido totalmente diferente.

Commenti