En octubre renuncié
Hace dos semanas presenté mi renuncia donde trabajaba y amablemente me pidieron al siguiente día que ese fuera mi último día. No me molestó, aunque sé que no fue una jugada limpia; eso solo confirmó que tanto yo era la que ya no quería estar allí, como ellos los que ya no me querían allí. Desde ese día he tenido muchos sueños muy vívidos en relación a la gente con la que trabajaba, mis antiguos jefes, antiguos compañeros, entre otros. La verdad, es que me hubiera gustado que les doliera un poco más, que me rogaran, que me pidieran que me quedara, que el colegio no iba a ser lo mismo, y aunque casi todos mis compañeros sí mostraron su afecto y apreciación (y obvio, ni hablar de mis chiquillos que se quedaron con un pedacito de mi corazón), no obtuve la respuesta esperada por parte de las autoridades. Tampoco me sorprende, pero inconscientemente lo sigo esperando, porque en cada sueño que he tenido, eso pasa, me piden que regrese, o por alguna u otra razón, sigo tether* al colegio. O al menos estoy aprendiendo a deshacer los nudos para ya no estarlo.
Renuncié sin saber a dónde ir, por primera vez en muchísimo tiempo, vuelvo a encontrarme sin un plan B inmediato; sin saber a dónde ir, sin saber qué voy a hacer o de qué voy a trabajar. Tengo un par de meses para sostenerme, pero fuera de eso, estoy como en el limbo. Y a la vez no. Al principio (la semana pasada, y cuando planeaba y pasaba todo esto) me ofusqué, y quería encontrar otro trabajo cuánto antes, salió un proceso donde podría haber empezado a trabajar esta semana, pero ya no supe nada y me sentí triste y estresada y agobiada porque no sabía qué iba a hacer. Llevo 10 meses viviendo en un estado de alerta impresionante, con el cortisol hasta arriba y sin poder recordar qué significa realmente descansar o sin poder tomar un tiempo para mí.
La semana pasada me enfermé, culpo a mis sobrinos, a quiénes vi expectantes de escuchar mi noticia, la cual no comprendieron, pero estaban al tanto, más mi sobrino, pero ellos estaban enfermos y aunque los culpo a ellos, creo que era el Universo diciéndome algo más. Era el Universo reenseñándome el valor del descanso. Era Dios mismo invitándome a respirar nuevamente. Y hasta el jueves me di cuenta. No tanto de ese mensaje, si no de lo delicioso que es poder descansar. Amo mi casa, siempre lo he hecho, pero todo con la renuncia fue tan rápido que lo olvidé y quería seguir en esas carreras, en ese estado de alerta. Pero ese jueves (a una semana de haber renunciado) lo comprendí. Y lo disfruté; me disfruté de nuevo. Tan así, que el jueves o viernes no quería que la noche llegara, no quería que el día terminara. Y recuerdo que de joven, no me gustaba dormirme (ni de bebé, según cuenta mi mamá) porque temía perderme algo más, algo que la vida tenía para mí, o perderme de lo que pudiera pasar en la noche… y tenía mucho tiempo de no sentirlo (más de 10 meses, porque las vacaciones pasadas, tampoco descansé tanto), y esa noche, llegó la hora a la que acostumbro dormirme, y no quería, no era solo que no podía por el cúmulo de energía que tenía almacenado, sino que no quería. Quería seguir haciendo cosas, estaba tan en el flow diría Mihaly Csikszentmihalyi que no quería detenerme.
Los fines de semana solía parar, y vivir bajo el engaño de que “vivía lento”, pero sabía que tenía miles de cosas qué hacer. Y los domingos eran terribles porque sabía que ya llegaría el lunes y la vuelta seguiría, y ahora puedo respirar. Me da un poco de temor que esto vaya a terminar, pero no quiero pensar en eso, quiero pensar en el ahora y en este regalo tan grande que estoy recibiendo y lo recibo asombrada porque se siente tan bien. Es como si esto fuera la vida, y lo que viví en los últimos 10 meses fue un engaño de vida (salvo cuando estaba en mi clase con mis chiquitillos a quiénes adoro), como si… ni sé cómo describirlo. Hice mi mejor esfuerzo por colaborar (cosa que no se me da tan fácil), por ceder, por tratar, pero simplemente no se pudo más. No funcionó. Y aunque sí, me siento un poco rara, porque nunca me había ido tan mal de un lugar, este año para mí, lo mejor fue aceptar que lo que tuviera que pasar pasaría y eso estaría bien. Claro que eso lo pensé y pienso ya ahora de último. Ese ya no era mi lugar, y a veces creo que una tiene que entender (como esa frase tan trillada) que cuando no es tu lugar, ni a la fuerza porque ya no, una ya no cabe, el lugar se quedó grande o se quedó pequeño, no sé, ni lo pretendo juzgar con esos ojos, simplemente sé que ese ya no era mi lugar.
Y esto ha sido una experiencia que he vivido muchas veces, y no me refiero solo al lugar de trabajo, me refiero a diferentes comunidades, o espacios, simplemente llega un momento en que ya no es mi lugar, pero esta vez se siente diferente, porque esta vez se terminó y yo me quedé como en blanco. Pero no malo, no como perdida, simplemente como en pausa. Y la verdad, ha sido la mejor pausa que he tenido en mucho tiempo.
Voy a extrañar terriblemente a mis estudiantes. Los amé/amo con todo el corazón, voy a extrañar a dos o tres compañeras, y quizá voy a extrañar dar mis clases; pero qué bien me siento cuando me despierto en las mañanas, abro los ojos y es de día, no está oscuro, puedo usar la ropa que quiera usar, puedo hacer con mi día lo que sea que yo quiera, puedo llenar mi Stanley gigante de agua y disfrutármelo (porque obviamente ese lo dejé de llevar al colegio, porque es la cosa más incómoda para cargar), puedo pintar, almorzar a la hora que yo quiera, gozarme a mi BabyJuni, puedo soñar otra vez, puedo aturdir a mi Mario todo el día contándole todo lo que pienso (literalmente todo)… puedo pensar en un futuro más brillante, más claro, más lento y más yo.
No sé cuál será mi próximo trabajo, sé que agradezco lo que tuve, lo bueno y lo malo, no sé qué va a venir y estoy aprendiendo a descansar en eso. En el no-saber, en el ahora, en los libros que no había leído y en las hojas que no había pintado, estoy aprendiendo a descansar recordando que me disfruto mi casa y cocinar, recordando qque no necesito más, y recordando que aquí sigo, y recordando que aquí quiero seguir.
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*atado, pero en inglés se oye más bonito (aunque habrá quiénes me juzguen por no usar la palabra en español)
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