Sobre el síndrome de la impostora
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Hace unas semanas terminé de leer el libro de la periodista Elisabeth Cadoche y la psicoterapeuta Anne de Montarlot, El Síndrome de la Impostora. Un libro que jamás pensé fuera a ser como fue. La verdad es que esperaba una guía más psicológica o un manual o referencias sobre cómo lidiar con la impostora que (creo) todas llevamos dentro, y no es que no hubieran recomendaciones al final de cada capítulo o que no se mencionara o abordara desde una perspectiva psicológica. Simplemente el libro tiene un enfoque muy profundo desde la sociología y la historia. Me gustó mucho leer que en los primeros capítulos hay un recuento histórico sobre el papel que la sociedad que la dado a la mujer y cómo eso origina en gran parte el síndrome de la impostora; y claro como socióloga lo disfruté muchísimo. Pero esto mismo causó que me costara adueñarme del libro, o entenderlo para mi situación particular. No quiero hacer un resumen del libro, para eso dejaré un artículo de Elle al final donde Amalia Panea sintetiza y cita de manera puntual partes del libro que ayudan muchísimo. Más que un resumen o reseña, quiero escribir sobre lo que pensé del libro, lo que desde mi realidad aprecié y si el libro terminó siendo lo que esperaba o no.
Creo que desde que descubrí esto del síndrome de la impostora quería leer el libro, pero la verdad es que lo pude leer hasta este año que lo compré en una de esas compras impulsivas que tanto a caracterizado mi 2024, no sé si es por estrés, negación, pero nunca había gastado tanto dinero como este año. Y creo que una parte de mí, esperaba que leerlo fuera como agua mágica, creo que todos los libros que he leído de autoayuda, espero que sean como magia pura de hada madrina cual Cenicienta y cambien mi realidad de la noche a la mañana. Creí que después de leer el libro iba a despertar con un boost de confianza impresionante, o que la impostora simplemente ya no iba a estar; simplemente pensé que con leerlo se iba a ir la duda, la falta de confianza, y me iba a despertar siendo esa Ani que confía en sí misma, que sabe que si es capaz… etc. etc. etc… y no pasó. Obviamente. Me desperté igual, aunque más acuerpada y mejor entendida por las autoras, pero también por mí misma.
Como socióloga me sorprende no haber entendido esto desde la mirada del feminismo, desde la mirada que comprende este síndrome como consecuencia del sistema patriarcal donde vivimos, me sorprende que por primera vez puedo decir con confianza, lo político es personal. Yo pensaba que mi falta de confianza tenía que ver solo conmigo misma y mi cabeza, porque ni siquiera a mis papás les puedo echar la culpa, al contrario, ellos siempre han confiado en mí, hasta de más… por lo que leyendo este libro empecé a darme cuenta que gran parte de este sistema de creencias está definido por este entorno en el que vivo. Y no lo digo como echándole la culpa y creyendo que estoy más que condicionada al caos y a la incertidumbre, solo planteo el hecho de lo revelador que fue para mí comprender el impacto de ese entorno en mi propia falta de seguridad. Tal como lo mencionan las autoras: “porque si a las mujeres a veces les falta confianza en sí mismas es ante todo una cuestión histórica, de presión social, de familia, de lenguaje, de creencias”. Y la pregunta que me sigue haciendo eco “¿cómo puede la mujer tener confianza en sí misma si no tiene historia?” Más adelante las autoras mencionan cómo el matrimonio y la maternidad (dos cosas de las que yo carezco, y posiblemente carezca toda mi vida, porque aunque haya decidido compartir mi vida con alguien el matrimonio, la boda en sí no serán parte de mi vida) ha sido el propósito principal y más mencionado de la mujer, su educación se ha reducido muchas veces a las tareas del hogar nada más. Imagínense que Nietzsche dijo una vez “La mujer es una superficie que imita la profundidad”, y yo aquí llevándomelas de profunda…
Me quiero enfocar en esta parte del libro, porque si bien es algo colectivo, es lo que más me impresionó. Las autoras mencionan que para Christine Bard, el 99% de lo que vivimos como mujeres y los cambios que queremos residen en un hecho colectivo, el cual implica cambiar radicalmente las condiciones de trabajo y de educación. Todo esto me llevó a preguntarme ¿cómo el machismo y este sistema patriarcal ha aportado a mi síndrome de la impostora? ¿Qué preguntas son las que me hago a mí misma que reflejan duda, incertidumbre sobre mis capacidades etc., y cuántas de esas respuestas están en ese sistema machista? O más fácil, en un inicio ¿qué me hizo dudar de mí misma? El libro plantea que estamos atascados en esta historia de dominio masculino.
Debo reconocer que no estamos viviendo en el siglo XIX y que hay muchísimos cambios significativos donde las mujeres han estado un poco más empoderadas, pero la desconfianza en nosotras mismas persiste, al menos en mí misma… ¿por qué? ¿Por qué no logro confiar un poco más en mí misma? Claro que las autoras mencionan miles de razones, las expectativas sobre el cuerpo, las expectativas de los roles asignados a la mujer en torno a la maternidad, al matrimonio, a la belleza, etc. y todas muy válidas. Yo quiero agregar otra, que creo que quizá ellas no consideran por ser europeas… pero ¿qué pasa con las latinas? Si las europeas están condicionadas por esas etiquetas, ¿¡imagínense las latinas!? Con los niveles más bajos de escolaridad, con los niveles más altos de feminicidio, con los comportamientos más misóginos, con la pobreza, la violencia, y es que creo que si hablamos de factores sociales, la violencia también debería contar en cómo afecta nuestra falta de confianza en nosotras mismas. Vivo en un condominio cerrado, y aparentemente seguro, sin embargo por las noches es bastante oscuro, muchas veces me da miedo salir a caminar con mi perrito ya tan noche porque me puede pasar algo; ¿cómo la inseguridad y el miedo a la violencia limitan mi acciones? Acciones que los hombres (en este mismo escenario) si pueden realizar… No sé si se entiende mi punto. Y por último, para terminar con dos factores sociales importantes que considero que las autoras por ser europeas no ahondan en ellos, es la pobreza. Y hablo de la pobreza no solo como un estatus socioeconómico, sino también como un mindset (no tanto por la línea de la mentalidad de escasez/abundancia, sino más desde un enfoque cultural). El mundo está lleno de oportunidades, a las que no todos tienen acceso, menos las mujeres. La mayoría de mujeres en Guatemala no reciben educación formal, muchas niñas resultan embarazadas y son forzadas a terminar con dicho embarazo terminando su niñez y empezando a vivir una maternidad forzada; muchas niñas son menospreciadas en casa por el simple hecho de ser mujeres; gran parte de esto, consecuencia de su nivel socioeconómico el cual condiciona su mindset y por lo tanto su forma de vivir la vida. ¿Podría alguien explicarme cómo esa niña va a creer con confianza en ella misma? ¿Cómo la niña embarazada va a soñar con ser periodista, o maestra, o ingeniera? ¿Cómo va a siquiera soñar con eso? Con esta última pregunta es a lo que me refiero con pobreza también en la forma de pensar, y no lo culpo, simplemente lo entiendo con otra mirada. Y claro que este tema se presta para mucho más, para ahondar en el y comprendernos mejor, como mujeres, y como sociedad. Quizá no es solo “manifestar y visualizar”, quizá es también un hecho colectivo, quizá siempre lo tendremos que trabajar… pero creo que entendiéndolo damos un pasito más.
Me gusta cuando quiero entender algo de mí, y termino entendiendo algo más grande, algo más grande que yo. Quizá en todas las razones que las autoras dan, más las que yo encuentro de mi propio país está mi respuesta. Quizá la impostora nunca me va a dejar, e igual lo tengo que hacer, igual debo cambiar mi mentalidad poco a poco. Y quizá no sea más que eso, y la magia esté en la consistencia.
Aquí dejo el link que mencioné https://www.elle.com/es/living/psico/a35832477/sindrome-impostora/
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