Esto de los límites... PI
Una introducción a una nueva colección de ideas que quiero compartir...
Cuando me gradué de maestra, realicé un denso proyecto de investigación de diferentes temáticas relevantes al proceso de aprendizaje. Y recuerdo que fue allí la primera vez que leí y entendí, al menos un poco, la idea de límites. Esta fue una de las temáticas a investigar y simplemente me enganchó el tema; pero ha sido en los últimos años que ha cobrado más relevancia para mí, a medida que empiezo a existir en un mundo donde los límites ya no son impuestos por el espacio que me rodea o la rutina establecida por alguien más.
Creo que fue en el momento en que salí del mundo estructurado del colegio, la universidad, esos pasos que tenía que seguir de acuerdo a aquel plan que en algún momento me tracé; fue en ese momento que entendí la importancia que los límites tenían para mí. Especialmente porque al salir de estas estructuras, yo tenía que crear la propia para poder existir en mi nueva realidad. De esto hace ya unos años y unos errores.
En esta era de acceso a la información y las plataformas creadas para hablar de salud mental, sabemos un poco más sobre el tema. Entendemos que hablar de límites es importante para definir nuestra identidad, para nuestra salud mental; entendemos o al menos hemos escuchado sobre el poder de decir no; y ahora apreciamos más el sentido de bienestar personal, hasta lo priorizamos sobre todo lo demás (y no lo digo como algo malo).
El rango entre ser muy flojo o aguado o ser muy rígido es importante de comprender al momento de establecer límites, los cuales, no había mencionado, pueden ser físicos o emocionales. Y para esto creo que es importante que nos conozcamos a nosotros mismos y que seamos muy sinceros. Les voy a dar un ejemplo. Detesto que me toquen personas con quienes mantengo una relación distante, es decir compañeros de trabajo, personas que acabo de conocer, personas que no conozco obviamente, a veces hasta me incomoda que seres queridos se acerquen. La noción que tengo de mi espacio personal y del de otros es altísima, es como cuando estoy en el banco, bueno, para los que no me conocen soy bien bajita, apenas mido el 1.50mts, entonces cuando estaba, porque ahora todo es virtual, en el banco y alguien atrás de mí (ah, esto era también antes de COVID, en ese sentido agradezco las mascarillas y claro, el distanciamiento social), respiraba, yo lo sentía y me parecía lo más incómodo y desagradable del mundo. Pero estoy segura que mucha gente no lo siento, ni siquiera se percata de eso, bueno, quizá porque muchos no miden lo que yo mido. El punto es, para mí son tan importantes los límites emocionales como físicos.
Les escribía arriba sobre ese rango entre ser muy flojo o muy rígido, y lo importante que es encontrar un balance, o los riesgos que hay en no hacerlo, porque cualquier extremo sería muy dañino para uno, pero también para los demás. Obviamente, yo me ubico a mí misma en el lado rígido la mayor parte del tiempo, bueno, todo el tiempo creo. Esto también me ha ocasionado muchos otros problemas, de los que hablaré más adelante. Pero he visto lo importante que es ubicarme dentro de ese rango para entenderme mejor, entender qué debo mejorar y por qué.
Si bien es cierto que los límites nos ayudan a determinar mejor nuestra identidad, estos también nos sirven para determinar la identidad del otro, después de todo un límite consiste precisamente en definir dónde termino yo, y dónde empieza el otro. Sin el sentido de la otredad, los límites pierden su función, ya que entonces no habría límite. Pero entender esto en una sociedad que actualmente busca y eleva el sentido del amor y cuidado propio, es complejo. Tampoco estoy en contra del amor y cuidado propio, es más, es eso lo que me ha llevado a compartir esta serie de ideas sobre los límites. Pero a lo que quiero llegar es a que una de las mejores forma de entenderme a mí, es entender mi contexto y entender al otro, lo que Bourdieu denomina el habitus. Sólo teniendo noción del otro, tendré mejor noción de mí mismo. Y es ahí donde critico la premisa de que límites sean egoístas, si bien deben definir y priorizar el yo, también deben ayudarnos a entender al otro y lo que esto significa. De esta forma no sólo será más fácil establecer un límite, sino también, de la mano de este, desarrollar un poquito más de empatía que tanto necesitamos.
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