Mañana cumplo 36 años
Mañana cumplo 36 años, y como buena millennial, todavía me siento cual adolescente, aunque bien sé que no lo soy. Vivo con mi novio y mi perrito, pero a veces siento que todavía no me la creo. Tengo una buena vida; tengo un trabajo que me llena y a veces lo olvido; mis amistades cambian, y aunque dos permanecen, “buena amiga” no sería una forma en la cual me describiría, pero tampoco me estreso mucho por eso, como buena introvertida, me lleno sola… y no lo digo con arrogancia, lo digo con un poco de tristeza, pero no la suficiente para ahora ser “buena amiga” y cumplir con lo que dicha etiqueta indica. El año pasado me empecé a desprender de aquello que creía que mi vida sería a los 35 años, ni hablar a los 36 (más cerca de los 40); hace un par de años solté querer casarme, y hace otros querer tener hijos; todavía peleo conmigo misma entre ser una maestra feliz o algo más, porque no puedo casarme, ni con una sola emoción, ni con una sola profesión; todavía tengo sueños, pero estoy haciendo la paz con lo que soy ahora, con lo que tengo ahora… aunque todavía parezco un queso suizo lleno de hoyos, pero creo que poco a poco voy llenándolos, o algunos, permito que otros los llenen.
Sigo siendo una persona intensa, una persona altamente sensible, y aunque algunos no lo noten, he aprendido a contenerme, a autorregularme… pero solo a veces, no siempre. Autoconocerme como me conozco es de mis mayores logros. Disfrutarme es de mis más grandes placeres. Estar en paz con ser mi propia persona y pertenecerme a mí misma es algo de lo que me siento muy orgullosa. Mañana cumplo 36 años y mi vida no es como la imaginaba. No me imaginaba viviendo donde vivo, tampoco imaginaba ser lo que soy, aunque de niña siempre lo supe; ¿en qué momento me convertí en esto que soy? ¿A qué se lo debo? ¿Cuándo pasó? El otro día hablando con mis estudiantes de preguntas existenciales (un poco sin sentido, nada profundo), surgía la pregunta sobre el ser, y el pensar que somos esto que somos, que cuando nos vemos al espejo, ahí estamos y es como… ¿de dónde salí? ¿por qué soy así? Antes pensaba que mis cumpleaños eran tristes, aunque casi siempre la he pasado muy alegre, ahora siempre son como un ensayo sobre lo que soy y en lo que me estoy convirtiendo, casi siempre dándole más relevancia de la que realmente tiene.
Y es que en eso siempre he fallado, en verlo todo más con humor o en tomármelo todo más a la ligera. Recuerdo en el libro de Big Magic, Elizabeth Gilbert habla en el último capítulo sobre cómo ser un trickster y tomarse la vida más ligera y con una buena dosis de sentido de humor, algo que a veces me falta, o que solo sale en momentos muuuy random cuando estoy dando clases. Pero la vida, siempre me la he tomado muy en serio; ni hablar de los sentimientos. Y es que aunque entiendo que la vida es una amplia escala de grises, cuando se trata de la mía, a veces todo es muy blanco o negro, y es ahí donde me pierdo, donde no aterrizo, y pareciera que empiezo a volar por miles de vidas, sin darme cuenta que ya tengo una, y que es muy buena.
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Mañana cumplo 36 años… y a veces me sigo sintiendo cual adolescente, aunque sé que no lo soy. No sé si se lo debo a la sociedad o a cómo crecí, pero sigo sin sentirme una adulta de 36 años. Quizá ya es tiempo de adueñarme de mí misma, no solo emocionalmente, sino de abrazar todavía más lo que soy y lo que tengo; quizá se acabo el seguir buscándome con linternas como Emily Dickinson, o quizá siempre lo voy a hacer, pero ahora como una mujer de 36 años; quizá es momento de dejar de vivir en mi cabeza y empezar a vivir en mi realidad (que es muy buena por cierto!); quizá es momento de seguir abrazando la ambigüedad porque tal como Simone de Beauvoir lo menciona en su libro sobre la ética de la ambigüedad, vivir de forma auténtica es abrazar nuestra libertad y la autenticidad de nuestra existencia, en lugar de huir de ella. Y es que ya no quiero huir, ni de mí misma, ni de lo que soy, ni de lo que yo misma he construido. Hace 10 años, me tatué una libélula en mi espalda, no me arrepiento, pero me la hice sabiendo que no pertenezco a nada, y aunque lo sigo creyendo, ahora vivo una libertad un poco más responsable, cuestionando mi existencia pero ya sin huir de ella.
Mañana cumplo 36 años, espero celebrar con la simple de la vida, un vinito, una lluvia, un poco de viento, un disco vinilo, unas acuarelas, una buena película… así de simple, así de completa, así de (de ahora en adelante) feliz, siempre.
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